jueves, 27 de octubre de 2011

ENDO SACHO: Gracias a su empresa

BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Al lado, foto mía tomada en Japón junto a Endo Sachó, presidente de la compañía Sunwa, que creyó en mí y me dió una oportunidad cuando ninguna puerta se me abría con la guitarra. Diecisiete años llevo haciendo de creativo -o coordinador- en su empresa, para Europa y los Endo son como de la familia (algo muy normal en Japón, donde las relaciones entre empresario y trabajador se basan en la confianza y contactos muy directos). Abajo, foto junto a mi cuñado -marido de la hermana de mi mujer-, quien me consiguió el "enchufe" para entrar en la empresa de su amigo Sr. Endo. En la foto, estamos ambos frente a un pebetero de incienso en Tokio, tomando "humos purificantes" para ver si nos entraba dinerito en la empresa... . Y es que la búsqueda de suerte y de dinero, es uno de los caminos y de los motivos que más acercan a los japoneses a sus lugares sagrados.

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Innumerables fueron las veces en las que me he podido plantear qué me llevo hasta Japón. No soy un providencialista, ni menos creo en el destino; por lo que considero que el futuro es lo que cada uno se labra y se teje con los mimbres y las maderas que la vida nos da. Pese a ello, hay algo interno en el hombre que le lleva a ir o acercarse irremediablemente hacia los grupos y sociedades que se le parecen; huyendo de aquellos otros que distan mucho de sus aspiraciones e ilusiones. No se me entienda en mis palabras una sola crítica a mi país (España) al que mucho quiero -con sus defectos y sus virtudes- y del que solo me duele que cada día esté más feo; habida cuenta de que las gentes están abandonando sus costumbres y ello lleva la dejadez y posterior derribo de infinidad de lugares, casas, mansiones -y hasta a la ruina de castillos y monumentos de primera índole-. Arquitectura y arte popular, antiguo y hasta arqueología, que cae día a dia frente a lo que llaman progreso, como las moscas sucumben ante el DDT -hasta el punto de que la Asociación de amigos de los Castillos ha llegado a cifrar algunos años en kilómetros las murallas medievales derribadas, sin remedio de saneamiento-. De lo que de mi país solo puedo decir aquello que pronunciaba el maravilloso Benigno de la Vega-Inclán cuando se refería a él: "Me duele España, porque la quiero bella, pero veo que cada dia pierde más su Historia y sus bellezas". Algo que escribiría el marqués de la Vega-Inclán hacia 1928, cuando fundó la red de Paradores... . ¡Si Don Benigno viera como ha quedado su hermosa España ya en nuestros días; tras la guerra, el éxodo de los pueblos, su abandono y la posterior aculturación generalizada; no sentiría dolor alguno, sino más bien, moriría del susto!-.
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Pero volvamos al tema que nos concierne: Decíamos que muchas veces me había planteado por qué terminé en Japón; algo cuya respuesta es obvia solo viendo la foto de mi mujer (no digamos si se habla ya diez minutos con ella). Pero aquel no fue el motivo de venir, puesto que pudimos habernos planteado la vida en España; debido a que ella habla nuestro idioma mejor que yo -no digo que yo el japonés, algo que es obvio; me refiero a que domina el español con más soltura y recursos que un castellano de pura cepa-. De lo que se deduce que hubo dos problemas insalvables que me hicieron "trasladarme": El primero radicaba en las posibilidades nulas de supervivencia en España con una guitarra clásica o flamenca bajo el brazo. El segundo y mucho peor, partía del rechazo de la Sociedad adinerada española de los años setenta-ochenta, hacia una persona que vivía de "lo mio", tocando y componiendo música de tipo clásico español y sobre guitarra. Pese a ello, era evidente que si me hubiera dedicado al rock o al pop, todos me hubiesen aplaudido mucho más, sobre todo si "me lo hubiera montado" (como por entonces se decía); pero eso de tocar la guitarrita que no daba dinero, era más que una vergüenza en ciertos círculos... .
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Evidentemente, todo ello fue un handicap insalvable que te hacía no solo coger algo de manía al rock y al pop; sino sobre todo terminar harto de tus amiguitos, quienes una y otra vez te repetían que lo bueno era triunfar en la vida, el éxito, estár en la movida o "estar en la pomada"; tanto como dejar ya de ser un pobre diablo, con la guitarrita a cuestas... . Para colmo, el abandono del Derecho me granjeó las peores enemistades, puesto que mis amigos de la infancia -quienes habían estudiado conmigo desde los cinco años y hasta en la misma Universidad-, consideraron que mi decisión de seguir la vocación de músico, era más que una locura. Por ello y como un gran favor, vinieron a decirlo a todos y promulgaron la frase: -"Angel está loco, va a dejarlo todo por la guitarra"... -. Algo que decían era solo para ayudarme, llegando a crearme enormes problemas sociales... . (!Además, a ellos qué les importaba, si nunca les había pedido ni les pedí nada¡. Porque una cosa es que un tio tuyo, tu hermano o tu padre, pueda meterse en tu vida; pero un amigo de siempre no debe de opinar sobre la profesión que uno elige, simplemente por eso, porque es un amigo).
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Con el tiempo vi que tras todo aquello se escondía tan solo el espíritu de la Vetusta clariniana; y es que Oviedo, es y siempre será una Sociedad muy adelantada, tanto que puede decirse que en ella existió y vivieron los únicos brotes de ilustración que conoció la España tiranizada por Godoy -y luego por Fernando VII-. Así parece que por Madrid ese "espíritu vetustiano" -cotilla, abusivo, insidioso, envidioso y malévolo- pervivía aún ochenta años después de que Clarín lo recogiera en su maravillosa novela La Regenta. Y de ello, tanto como de la envidia de las "élites" que entonces imperaban en España, cualquiera que eligiera otro camino, era inmediatamente expulsado del grupo.
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Por cuanto digo, el Madrid del dinero y de las gentes bien a mediados de los años setenta y principios de los ochenta, es seguro que tenía más parecido con los personajes y escenas de Leopoldo Alas, que con los que hoy vemos. De lo que se deduce que aquella novela que tanto ofendió a las clases altas ovetenses a fines del siglo XIX, de haber sido publicada en el Madrid que yo viví en mi juventud, de seguro hubiera sido censurada o gravemente ultrajada; puesto que describía gran parte del espíritu de sus "élites" (entrecomilladas, por supuesto). Así fue como ya harto de las bobadas de los "niños bien" que en ella habitaban, decidí no tener mucho contacto con ellos, lo que me granjeó las peores enemistades. Ya que aquellos entraban y salían de casa de mis padres (abierta a todos) como por las suyas, y al insinuarles que por favor no volvieran mucho por donde yo tenía mi domicilio, se sintieron ultrajados... . Ello porque la casa de mis padres era como la de todos, donde a todos se recibía, a todos acogía; e incluso donde se les consolaba (puesto que muchos había con familias verdaderamente destrozadas). Siendo la casa de mis padres un hogar cargado de cultura y cariño, que evidentemente no abundaba en Madrid; por lo que el día que decidí cambiar de amigos, aquellos que desde nuestros cinco años habían comido y hasta vivido en mi casa, se convirtieron en mis peores enemigos: Ya que conociendo todos mis defectos, fueron tocando todos los palos de la Sociedad hasta hacerme la vida imposible. Vamos, que lo de Vetusta, comparado con lo que yo ví y viví en el Madrid de los setenta, es como el cuento de Blancanieves.
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Para colmo, decidí tomar por novia a una persona "ajena al grupo" y además de otra civilización (japonesa).Y eso es lo que tiene casarse con alguien que pertenece a otra raza: Que muy pronto ves en la mirada de los otros, quien es completamente imbécil. Claro que no voy a contar los comentarios oídos al respecto y sobre la que hoy es mi mujer (porque no tienen gracia), pero sí incluiré algunos que otros amigos de "distinto color de piel" me han dicho sobre lo vivido en sus días por nuestro país. Pues tengo un magnifico "colega", quien es un maravilloso poeta cubano mulato, que se vino a vivir a España y me narraba algunas de esas historietas vividas. Entre ellas, la de que en la días cercanos a la Navidad hay multitud de gente que desea cenar con él, para pasarle los billetes de lotería por la chepa, diciendo que los negritos dan muchísima suerte... . Tanto es así, que ya para él es común oír frases como la de: -"A ese oscurito, me lo pones cerca, que he comprado un montón de lotería para este año"-. Y aunque a mi amigo aquello ni le preocupa -ni le va ni le viene-, lo que sí le molesta es que a muchos de los que le han pasado décimos por la espalda, seguramente les ha tocado la lotería y no le ha dado ni un triste porcentaje -ni le han invitado a unas gambas-... . Pese a lo apuntado, dicen que España no es racista (no lo he podido corroborar aún...); pero lo que sí puedo afirmar es que en Japón nunca he sufrido discriminación alguna por mi color de piel -o por mi tamaño; a veces descomunal aquí, en tierra de chiquitines-. Habiendo sido tratado con todo respeto en todo lugar nippón, puedo decir que jamás me he sentido mirado de manera extraña por lo japoneses. Cuyo trato abierto y divertido con los extranjeros, es algo que mucho agradezco al país que tanto me acogió; en el cual, sobre temas de raza solo comentan y les preocupa mucho: "Si todo lo tengo tan grande"... .
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BAJO JUNTO ESTAS LINEAS: Muchos han sido los retos creativos con los que nos hemos "topado" en la empresa; entre ellos, cómo llamar la atención de manera inteligente a los niños. Debiendo para ello diseñar y crear objetos de todo tipo. Algunos de los que más éxito tuvieron, fueron estos grandes muñecos construidos con macetas, que a los nenes les encantaban. Había quienes venían a diario a cortarles el pelo, con unas tijeras de podar... . Al lado: Foto mía con el muñeco recién terminado y abajo imágen de los hijos de mi cuñado (mis sobrinos) muy contentos sentados junto "Mister maceta".

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Como bien decía, el trabajo que me encaragaron o asignaron, fué de lo más inusual; puesto que tal como narraba en la entrada anteriór, ingresé en Sunwa cantando "Mi carro" (de Manolo Escobar); pero eso sí: En japonés. Tras ello, comprensible es que la tarea a realizar y dedicarme dentro del Holding, debió de ser igual de inusual. En todo ello, la verdad final fue que quien organizó todas las cosas era mi mujer y yo me limité a inventar cuantos objetos, ideas y chaladuras se me ocurrían (algo que una gran empresa siempre necesita). Nada más pertenecer a ella, intenté traducir el puesto que me habían dado de coordinador en España, poniendo en el final una carta: "Angel Gómez-Morán - Delegado en Europa de Sunwa Co."; la leí viendo que quedaba estupendamente y la envié a una persona con la que días más tarde tenía que reunirme. Al entrar en el despacho de aquel hombre, este me miró seriamente y me preguntó si yo era el remitente de aquella misiva; le contesté que sí y él no muy convencido de lo que ponía en el membrete me dijo: -"Oye, tú en Europa, tampoco eres delgado..."-; tras ello se echó a reir enseñándome que le faltaba la segunda "e" a la palabra "delegado de Sunwa". Entonces me dije para mis adentros que no tenía yo mucho futuro con titutalciones y que por darme "pote" había hecho de nuevo el bobo. Tras ello decidí auto-cambiarme de puesto y desde aquel día, siempre que me preguntan cual es mi cargo, ya contesto que soy la mascota de Sunwa Co. (algo que entienden todos). Cargo con el que vivo feliz y con el que no levanto ninguna suspicacia ni sonrisas alguna... .
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Decía Carneghie que habíamos de aprender fundamentalmente de los perros, quienes viven solo alegrando la vida a los que les rodean y de menear la cola. Yo, estoy muy de acuerdo con la primera parte de esta frase del teórico en sociología americano; aunque la segunda función ya me gusta menos, pues vivir de menear la cola, me parece un exceso... . De tal manera y como mascota, he intentado divertir algo a los que en Sunwa me rodean, quienes a veces se han reido durante meses de las ideas empresariales tan novedosas que les proponía. Ideas que incluso hemos llevado a cabo, importando desde España objetos tales como lavadoras automáticas de perros o sistemas y recetas para hacer aceitunas aliñadas. De lo más variopinto y los más extraños objetos hemos traido desde nuestras tierras ibéricas, habiendo intentado yo convencerles de que la fabrica de churros, la de tortillas de patatas o la de paellas, pueden ser el gran negocio en Japón. Por lo que igualmente, artículos de la más pura tecnología hispánica, como son el cayado de buen palo y la bota de vino, han sido también importados hasta Japón (por mi asesoramiento y mano) -sin llegar aún al éxito pleno en estas latitudes-.
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Pese al fracaso en algunos casos, mi mujer y yo, no cesamos en el intento de traer a este pais del "Sol Naciente" los artículos que más han caracterizado la cultutra hispánica: Desde el botijo, hasta la paellera y desde la receta de la mahonesa, hasta las aceitunas aliñadas (a veces con gran éxito). Habiendo tenido todo aquello, gran suceso y actividad social entre los japoneses; a quienes en ocasiones hay que darles varias clases de porrón, tras haberles vendido una partida de estos jarros con pitorro. Y en todo ello estoy yo, que lo mismo doy clases magistrales de como beber en los botijos, botas y porrones; que otra de tomarse unas aceitunas bien ricas, con unas "birras" o un vinito de la tierra hispana. Pasando pronto en todo ello a explicar la teoría del por qué el botijo enfría en verano: Exponiendo seriamente que ello ocurre por la "capilaridad del tejido cerámico que hace que este exsude el agua; lo que produce que se mantenga húmedo el exterior del botijo y este tome frio del fresco ambiente, por lo que una vez dejado a la sombra, el botijo -sin pilas ni batería alguna, simplemente con el airecito-, convierte el agua caliente en fresquita, que además queda con sabor a tierra iberica"... . Todo esto, dicho en japonés tiene mucho arte.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Por agradecimiento a mi empresa, uno de los cometidos que me tomé con más interés fué el de componer la música de la boda del hijo del Presidente de Sunwa (Sohji Endo). Tras algunos días de ensayo y muchos de composición, estrené la obra en la celebración, ante los más de trescientos invitados que allí se congregaban. A quienes parece les gustó mucho esta pieza que se llamá "Las bodas de Sohji" y que está inspirada en el tipo de flamencó clásico, a varias voces. Los japoneses entendieron que se trataba de una pieza completamente dedicada al mecenazgo que Sunwa me había concedido durante años. En la imagen de al lado: Mi mujer me presenta antes de estrenar la obra. Abajo, foto tomada mientras estoy tocándo (hace unos cinco años en Roppongi Hills -Tokio-).

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Como bien digo, desde hace ya casi diecisiete años trabajo de mascota en Sunwa Co. y ello me ha reportado los mejores momentos laborales de mi vida -pues tristemente el mundo del arte está pleno de miserias e impurezas, mientras en la empresa puede areglarse mucho o casi todo, con un simple apretón de manos-. La crisis de la cultura y la entrada de la electrónica en el arte, arruinó casi por completo la música clásica, que se ha visto cada dia más limitada y arrinconada hacia la esquina de los olvidados (por no decir de los vilipendiados). Tanto que tristemente, hoy se dice concierto a algo que cualquier chiquito de veinte años puede hacer, dando saltos en un escenario y metiendo ruido con una batería o una guitarra -de la cual no sabe ni como se cogen las baquetas, ni donde están las cuerdas; porque hasta el afinador electrónico ha resuelto el problema de tener algo de oído para llegar a conocer los tonos-. Pero siempre hay buena gente y se encuentra una salida en la vida, sobre todo si uno se propone que el problema no está en un modo de pensar poco útil, sino en que la Sociedad aún debe avanzar y tiene defectos que hay que ir solventando. Entre los problemas del progreso, está este que nos surgió a los músicos desde los años ochenta, cuando intentaron sustituir el arte por la tecnología; lo que ha llevado a que no haga falta decir nada, saber nada, ni cantar nada, para subirse a un escenario y que aquello que se haga sea llamado concierto... . Puesto que bien es sabido que todo progreso trae un nuevo problema y tal como los combustibles fósiles polucionan el medio ambiente, la tecnologia ha "polucionado" el ambiente artístico; pues con ella puede sustituirse en parte lo que antes era oficio y obra que precisaba añós de aprendizaje (habrá que plantearse ya ir arreglando este gran problema, del mismo modo que nos preocupamos de la polución medioambiental...).
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Porque siempre hay (y habrá) gente que valore la belleza en su justa medida, capaz de comprender que el arte ha de tener unas pautas basadas en la cultura y en la civilización. Puesto que el arte sin raíces, civismo ni cultura, es solo un divertimento; y como tal, tiene menos mérito y valor que el circo y el deporte (que precisan de una gran preparación y disiciplina). Así que por cuenbto narro, terminé por el Japón,donde gracias a mi guitarra siempre he tenido un sitio. Lugar que me ha acogido, tanto como se han admirado de que sabiendo tocar y componer como lo hago, prefiera trabajar para una empresa que dedicar mis días a adaptarme en este mundo de la música "moderna" que tantos problemas va a traer al Mundo (si nos los ha traido ya...). Por cierto: No me llamen retrógrado ni "anticualla", porque no critico ni al buen pop, ni al buen rock (que me encantan), sinó a todo lo demás, que es lo que más abunda.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, mi mujer y yo junto a Nobutada Endo. Abajo, el día de la boda de Sohji Endo, tras estrenar la obra y asistir al convite. A nuestra izquierda el hijo del presidente de Sunwa y su mujer Shaorí, ya Sra. de Endo.


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